domingo, 24 de octubre de 2010

tempo

     ¡Qué lento pasa el tiempo cuando los días pasan tan rápidos! Mujer solar que soy, veo pasar el año forjándose a golpe de lunas. Este plenilunio llegó con noches de vino y de mozart... un cierre exquisito al vértigo de muchos días de agenda recortada. 
Se me pegan los pies al suelo, que me atrapa cuando quiero caminar. Así que opto por moverme nadando o volando, en un ejercicio de soñar despierta, para hacerme consciente de la realidad. Es agradable y no lastimo a nadie.
No tengo ahora mismo ni un ángulo recto en mi marco mental, indefinido. Este desconcierto me lleva a temores surtidos, en un estado que me es ajeno (soy muy poco miedosa). Y voy estirando las sábanas que tapan mis fantasmas, poquito a poco, en el tempo que me marca la vida inevitable. Casi nunca hay nada debajo, pero algunas vestiduras son tan pesadas de levantar.
Y disfruto de lo efímero, de los instantes, de las alteraciones (sostenidos y bemoles) que acompañan las notas de mi pentagrama, y de los refugios encontrados en un camino que no veo empezar ni acabar, pero que sigo haciendo con los ojos bien abiertos. Tal vez detrás de aquella cima, tal vez detrás de las nubes, tal vez cuando levante la niebla... 
Y canto en voz alta, mientras tanto.

2 comentarios:

ybris dijo...

A mí el plenilunio me llegó con sabor a castañas y todos los amarillos del otoño entre León y Asturias: toda una belleza inolvidable.
Ya veo que a ti tampoco este tiempo velozmente lento te ha sido indiferente, puesto que has disfrutado y disfrutas de lo efímero.
Y, desde luego de un canto en que cada nota se alza en sostenidos en vez de bajar en bemoles.

Precioso tu plenilunio.

Besos.

cristal00k dijo...

Poco y escogido, niña...
Buenos plenilunios y hermosas letras Esperanza.