viernes, 14 de octubre de 2011

alicia

     He ido probando galletitas con el cartel de "cómeme"; no soy miedosa, en general, aunque la experiencia me ha vuelto más prudente. Con cada mordisco, me hago más grande, hasta asomar, a veces, las manos y pies por las ventanas. O me hago más pequeña, aliviando el agobio y permitiéndome respirar hondo. Pero me cuesta no seguir mordisqueando. Buenos amigos me dicen : "No tienes escarmiento". Pues no sólo no lo tengo, sino que tampoco lo quiero, ni lo echo de menos.
   Y en uno de esos momentos en que la casa me aprieta, de lo pequeña que me queda, me doy cuenta que ha vuelto a rodearme la coraza que guardo en el armario para cuando necesito defenderme, sin pedirme  mucho permiso. Tal vez hace tiempo que la llevo encima...no era consciente. Claro, unos meses lentos, llenos de días rápidos, no favorecen tocar, oler ni saborear, hasta que aprieta tanto... Ya no hace falta; toca retirarla, limpiarla y tenerla a punto, bien guardada, por las vueltas que da la vida. Y seguir caminando, más ligera, descalzando los sentidos y las emociones. 
   Y bautizar los tobillos en nuevos mares.