sábado, 28 de marzo de 2009

discrasia

Dice la RAE que discrasia es un estado de caquexia; en medicina, se llaman discrasias sanguíneas a las alteraciones de las células de la sangre que producen enfermedad.
Espero que aquéllo de "La primavera, la sangre altera" no pase de lo puramente poético. Desde mi alteración primaveral, intento equilibrar mi energía porque todo se escribe, ó está escrito, en nuestro interior. Y sin mucho buscar, encuentro.

PRIMAVERA DE FUEGO : La energía creadora que, de tan fuerte, puede ser destructora. La pasión (ay, señor...!!) que me acompaña desde el verano en que nací. Orgullo y placer de ser y estar. Audacia para seguir siendo y estando. Alegría por la luz del sol. Ilusión por conocer sitios nuevos y gente nueva, y por regresar a mi sitio y a mi gente. Y contención, aunque sea una pizca, para no abrasar ni abrasarme, que en mi tierra gustan de despedir al invierno, quemándolo todo y ya cumplí con el ritual.

PRIMAVERA DE TIERRA : Descubro un manto morado, como de terciopelo, en la medianera de la autovía. Y los arcenes flanqueados de salvaje retama, encendidos de amarillo, como la luz del sol mañanero, cada día más alto. Y los pies de los naranjos calzados de amapolas, rojas, rojas, rojas... y jazmines que ya asoman en mi balcón. Y una plantita bastarda saludando entre el cemento del patio del ayuntamiento, donde dejo el coche cada mañana. Y el resguardo que me ofrecen todos éllos, a salvo de malas vibraciones.

PRIMAVERA DE AIRE : Al llegar al trabajo, ya no huele a calor de chimenea, huele a azahar. Y el aire se ha llenado de pentagramas, de líneas y espacios, de sostenidos, de bemoles, de silencios y del bien que me hace la música. Hay conciertos y viene un coro de visita en mayo. Y mis compañeros dicen que me han echado de menos, que tenía una multa por falta de asistencia y que hicieron una colecta para pagar a mi jefa de cuerda porque "a nosotros, nos gusta que vengas". Y con la broma, un guiño cómplice, mientras dan los tonos. Y allá vamos con Mozart, por ejemplo.

PRIMAVERA DE AGUA : Las lluvias de abril, mil ó dos mil, y Mi Mar,...!!. Siempre allí, siempre acá, sin repetir ola. Y mi refugio, mi confidente, mi oráculo y mi buen amigo. Dice que, algún día, me va a traer un pirata, de los de antes, y me lo pido como Jack Sparrow, que de los otros vamos bien. Otras veces, se obstina en callar pero queda su rumor y cuando le digo que lo estoy oyendo, se burla de mí y me salpica. Y, al acabar la visita a su orilla, vuelven los merenderos a ofrecer tapitas y arroces. Y las noches del mar, traen recados de otras tierras, mensajes con ó sin botella, y la magia de la luna y su reflejo. Y en casa, la alegría de mis hijos (agua pura) y la risa de una fuentecita en la entrada.


Y con todas mis primaveras, como dice A.C., "la incertidumbre que produce la confianza de saber que la seguridad es...humo?. Y me encuentro feliz, porque me sé a merced de la vida" .

miércoles, 18 de marzo de 2009

patchwork

Me enseñaban el otro día una preciosa labor hecha con retales de telas diferentes. Me acordé de los consejos de un maestro feng-shui que decía que hay que tirar lo que no sirve. Pero, ya situados en la economía de crisis, y haciendo gala de mi capacidad de ajuste creativo, que alguien llamó "optimismo por necesidad", elijo reciclar los tejidos con los que no haré un traje, para elaborar un precioso edredón, calentito y acogedor, que cobije mi ánimo y atempere mi espíritu, necesitado de calma ahora mismo.
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El año pasado, por estas fechas, andaba por París, París-París que dicen mis hijos, contenta e ilusionada bajo la luz de la luna llena. Hubo una grata sorpresa horas antes de salir hacia allí y una interesante propuesta. Al regreso del viaje, nos sorprendió la misma luna redonda al bajar del avión, la de París. Nos había seguido, la muy ladina, sigilosamente. O tal vez, la luna llena de aquí nos fue a buscar al pie de la Torre Eiffel, impaciente, como yo, por regresar. Así es la luna; cíclica y caprichosa. Y así son los lunáticos. Así que la propuesta debe andar como la luna de allá para acá, porque se desvaneció en cinco días. C´est la vie!!!
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Me gustan los días de libranza, desde que comienza a salir el sol. Los últimos momentos de alerta, sabiendo con certeza a qué hora puedo relajar la tensión, suelo disfrutarlos en el patio, apoyada en la verja que nos separa de la huerta y la vía del tren, para ver amanecer. Luego, un café de máquina, pura rutina, y a recoger. Exenta ya de responsabilidad me adentro en un día "de descanso", aliviada, somnolienta y con ganas de olor a tostada. Ya en casa, me espera una mañana sin reloj y una siesta que permita recoger la tarde con soltura. Y se me ocurre que está bien dedicarse a algo, por duro que sea, con punto final. Si la vida, cuando parece que se torna enemiga nuestra, nos permitiera librar un día...
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¿Puede alguien guardar tantas cosas sin decir, tantos sentimientos no permitidos, tantos miedos e inseguridades, entre pecho y espalda, que lleguen a deformar su estructura ó escapen por sus arterias aumentando la presión?.
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Yo pasaba por allí y encontré alguien que hace surf, como por casualidad, que ya sabeis lo que se dice, que nada pasa por casualidad. Pues bueno, en nuestros encuentros en el "Paco´s", llenos de complicidad, guiños, y sano compartir, me va explicando toda una filosofía, la "surfari" (creo que se llama así). Te levantas, y según viene el aire, si es que viene, escapas a correr con las tablas bajo el brazo, donde convenga más. Me intenta explicar el vértigo de coronar una ola, sabiendo que, con los cinco sentidos en éllo, tienes que apresurarte en atesorar el instante, porque no puedes permanecer allí. Si subes a un monte, te puedes quedar cuanto quieras, hasta agotar la comida, contemplando el paisaje, paseando, ó cerrando los ojos para recibir las caricias del sol y el aire fresco; en el mar, no. Nadie pone su nombre a una ola. Y es importante saber que lo importante no está arriba de la ola, sino en el camino y el esfuerzo de llegar allí.
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R.C. (83 años) : "Mientras uno vive, no es viejo" (cuando dice su mujer : "Somos viejos, Dra."). Y yo, me miro en el espejo, y veo en mis arrugas y en mis curvas, mucha cultura, mucha sabiduría aún inconclusa.
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"La cosa más divina que hay en el mundo es vivir cada segundo como nunca más" (Vinicius de Moraes)

martes, 3 de marzo de 2009

déjà vu

Hay días "déjà vu", días en que todo lo que hago es un "¿dónde vi ésto antes?". La rutina se tiñe de paramnesia y salir de casa es un camino que no empieza ni termina. Sacar el coche, parar en los semáforos, dejar la ciudad rumbo al trabajo es una constante evocación, un estoydondeestaba, sin saber cuando acaba y cuando se retoma. Los pensamientos se vuelven también algo conocido, y el cerebro más que discurrir, centrifuga, fundiendo las sinapsis y enredando las ideas en las redes de Purkinje, las mismas ideas que fueron otras veces. Y se calienta el líquido cefalorraquídeo, alcanzando poco más que tibieza. Y las emociones se encadenan a ésta sensación y lloro por algo que ya lloré y me enfado con lo que ya me enfadé, sin saber cuando ni donde. Y todo lo nuevo se vuelve yalohiceantes, sin aquí, sin ahora, sin contacto con la realidad. Y tampoco entiendo lo que no entendía en otro momento, en otro lugar. Disonancias.
Sólo el sol, asomando desde el mar, es nuevo, un sol más, siendo el mismo que dio la vuelta al mundo para contarnos qué vió cuando estábamos dormidos.
La enfermera esperando en la puerta de la consulta : "Se murió Jesús ayer y su madre aún no lo sabe. La familia quiere que acudamos porque no saben cómo va a reaccionar". Vamos juntas en el coche. "También se murió Paco, el de Herminia", me cuenta por el camino. Y se me ocurre que la certeza de la muerte no permite "déjà vu", de puro rotunda.
De regreso a casa, tras una mañana tranquila (dos entierros en un pueblo llevan mucha preparación y mantienen a la gente ocupada), en la rampa del garaje, paso por delante de un sensor que hace iluminarse a la planta donde dejo el coche. Y quiero pensar que, cada vez que paso por el mismo sitio, se enciende una luz que, tal vez, puede ser reveladora ó esclarecedora, si estoy atenta, sin enredarme en los "déjà vu". Me produce sosiego la idea. Y quedo tranquila, satisfecha.