A mí que me crezcan arruguillas, me salgan canas o me desciendan las tetas, pues bueno; lo que me hace sentir mayor es no ver la carta de un restaurante o el precio de las etiquetas. Y los SMS y WhatsApp de mis hijos (especialmente cuando estoy conduciendo y llevo gafas de sol sin graduación) que andan faltos de vocales.
Es chungo no ver de cerca; peor, si una ha disfrutado de una leve miopía hasta ahora.
Los asuntos de refracción y acomodación precisan un sutil equilibrio. Como las estaciones del año.
Me entretuve en primavera, y de repente fue 1 de noviembre. El puente que no pude disfrutar por ensayos y por trabajo, lo dediqué, entre otras cosas, a sanear mis e-mails (diagnóstico : Diógenes con todas las de la ley) Los ángeles que me visitan por esas fechas, ayudaron a revisar carpetas que me daban miedo. Y disfruté al sentir las comisuras de los labios buscando la paz del cielo. Y encontré lo más valioso, mi respuesta a algunos de los mensajes que releí en un "nifúnifá", ya sabedora de que lo único certero es mi parte, lo que ahora siento cuando soy consciente de lo que dí y tengo para seguir dando. Y llegó, sin casi darme cuenta, el Adviento.
Hoy, encendí la 2ª vela morada. La primera fue la del Amor. La segunda es la de la Paz...
domingo, 4 de diciembre de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)