domingo, 11 de enero de 2009

flu

Hace cinco días que peleo con los pirómanos endógenos, esos que nos hacen hervir la sangre, en nombre de noséquévirus, y nos llevan a estados delirantes y extenuantes. La verdad es que tiene su punto ésto de la fiebre. Y la incubación...creía que se me había sentado entre el diafragma y las lumbares, algo del tamaño de un exmarido rebotado. A las horas, me dí cuenta que se me secaba la garganta como cuando quieres decir algo que se te agarra a la tiroides sin permitirte pronunciar palabras sencillas, tan sencillas como un "te quiero", por ejemplo. O cuando deciden quedarse en las cuerdas vocales haciendo funambulismo, más atentas a no perder el equilibrio que al vértigo de la caída.
Y aquí, ya en la cama, la respiración deja de ser silenciosa y habla, con voz ronca, de las cosas que pude y no quise y me lleva a un espacio, sin nombre ni coordenadas, sin GPS ni mapa del tesoro, donde todo es irreal, tan irreal como cierto. Y empieza el desfile de imágenes, sin previa invitación, y los ojos se vuelven vidriosos y pican, y lloran, como los niños de Gaza, asustados y rendidos. Y, en las sienes, dos garras que me sujetan, apretando sin piedad, cuando toso, tal vez en un intento de exorcizar mis prejuicios que me llevan de nuevo a los mismos errores. Parecen un alienígena mutante pegado en forma de casco a mi cuero cabelludo, que hormiguea como si cada pelo tuviera un habitante en su folículo. Un poquito de paracetamol (Dios salve al "Colocatil"!!), me va llevando a una relativa calma, entre sudores que me recuerdan el río Zambezi, y me duermo un rato cuidando que no me pille un cocodrilo ni se espante un hipopótamo (son vegetarianos pero muy territoriales y asustadizos).
Con el alba, la certeza de que me quedan unos días aún. Y entre fiebre y más fiebre, líquidos y reposo. Y con el finde por delante, mis gemelos deciden cuidarme preparando sesiones intensivas de DVD, que aumentan la temperatura de mi líquido cefalorraquídeo por encima de lo razonable.
Y, ahora mismo, un peso detrás de los ojos, que anuncia que mi organismo, en plena forma, sigue su acoso al invasor. Subirá la fiebre otra vez, dejando fríos manos y pies, y la punta de la nariz. Y, al exhalar el aire, saldrá un aire caliente, caliente, como el del desierto, que secará los labios como si hubiera una hoguera encendida en la faringe. Y la carencia de algún beso insensato.
Lo mejor, será que pasará.
Y lo que queda dicho...será la fiebre.

6 comentarios:

cristal00k dijo...

Lo que queda dicho, está muy bien dicho y mejor escrito. Y es que contra los ex rebotados entre pecho y espalda, hay pocos remedios... Me quedo con lo del "Colocatil", que lo sepas.
Un beso solidario de una madre de gemelas.

ybris dijo...

Poética visión de la gripe.
Los que nos libramos hasta de la famosa gripe asiática de 1957 casi sentimos nostalgia de esa onírica experiencia de la fiebre que nos traslada a espacios inexplorados.
Visto desde fuera casi tenemos que agradecer a tus dolores y molestias lo que nos dices.
Perdona por decírtelo.

Besos.

ZenyZero dijo...

Influenza, un nombre poco apropiado o, al menos, nada dialogante. Un eufemismo.

Espero que te recuperes pronto de ese calor endógeno. Algo dentro de ti se consume, pero como un Ave Fenix, renacerá con más fuerza.

Un abrazo desde la otra orilla Flu Island..., el lunes tengo dentista. Fyg.

Un abrazo cercano (y a la kk los virus, tu flu es buena para mí)

Chuff!!

libertad dijo...

Me ha encantado tu forma poética de contarnos ese estado gripal que tanto molesta y nos hace sentir mal. Recupérate prontito.
Un besazo!
P.D. Después de mis circunstancias actuales, y de leerte a ti, empiezo a pensar que "las enfermedades" son toda una experiencia, incluso literaria, si tenemos la capacidad de mirarla con los ojos adecuados.
Gracias.

Blog de alma dijo...

cuerpo cuenta una historia

Alfons dijo...

Qué mal rato, nena!! Me has hecho sufrir, eh?!

Si estamos enfermos, es que tenemos que buscar a alguien para perdonar.