He ido probando galletitas con el cartel de "cómeme"; no soy miedosa, en general, aunque la experiencia me ha vuelto más prudente. Con cada mordisco, me hago más grande, hasta asomar, a veces, las manos y pies por las ventanas. O me hago más pequeña, aliviando el agobio y permitiéndome respirar hondo. Pero me cuesta no seguir mordisqueando. Buenos amigos me dicen : "No tienes escarmiento". Pues no sólo no lo tengo, sino que tampoco lo quiero, ni lo echo de menos.
Y en uno de esos momentos en que la casa me aprieta, de lo pequeña que me queda, me doy cuenta que ha vuelto a rodearme la coraza que guardo en el armario para cuando necesito defenderme, sin pedirme mucho permiso. Tal vez hace tiempo que la llevo encima...no era consciente. Claro, unos meses lentos, llenos de días rápidos, no favorecen tocar, oler ni saborear, hasta que aprieta tanto... Ya no hace falta; toca retirarla, limpiarla y tenerla a punto, bien guardada, por las vueltas que da la vida. Y seguir caminando, más ligera, descalzando los sentidos y las emociones.
Y bautizar los tobillos en nuevos mares.
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4 comentarios:
"Bautizar los tobillos en nuevos mares...". Vamos a volver a intentarlo, claro.
Un beso enorme. Un placer leerte, como siempre
Es la vida, uno no sabe que hay detrás de cada bocado
Va, ¡Que ya ha pasado un mes!, ¿No nos deleitas con tus escritos? Potser un viatget per inspirar-te?
Claro, no nos vamos a perder el paisaje por mirar demasiado a las piedras del camino... aunque los resbalones nos dejen alguna cicatriz, hay que seguir caminando...
Besos y suerte, valiente!
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